A mi Gilda

Tres años ya de aquel día.
Te fuiste callada y casi ciega.
En silencio, mientras te dormían.

El veterinario hacía su trabajo.
Parco y seco, el tipo nunca supo lo que separaba...

Tu rostro irradiaba paz.
Mientras te sostenía suavemente por el lomo,
pensaba que te ibas recordando nuestros momentos felices.
Todas y cada una de nuestras aventuras en once años.

Por suerte yo estaba ahí, a tu lado,
devolviéndote un poco de tantas de tus compañías.
Pero ésta vez era para despedirte vieja amiga.
Mi abrazo era un abrazo que goteaba lágrimas
que te acompañaban en tu sueño final.

Y te fuiste Gilda...
Y no sólo dejaste una cucha vacía,
dejaste pedazos de mi corazón al partir.

Sé que cruzaste el puente.
Pero vos hacé lo de siempre.
Esperame en ese otro lado con las patas cruzadas,
que yo en algún momento iré a buscarte.

Te extraño Gilda...y tanto te extraño
que supongo que lo hago para no olvidarte jamás.
Olvidarte...como si pudiera...