Días grises,
que te empujan hacia abajo,
dificilmente puedas remontarlo.
No hay fotos felices en días tan nublados.
Ramos Mejía no siempre es adorable.
Por Gaona y Madero veo la primer foto.
La viejita y su bastón, de lento caminar,
ayudada por el chino vestido de negro,
pucho en la boca, alto y zapatos en punta.
Doblo por la avenida, entro de Amílcar.
El corte de pelo de los demás me obliga,
miro hacia afuera, asfixiado.
Media tarde, y el cincuentón con pocos pelos y en joggins,
vá con su caniche desperdigando orín.
Todo a mi alrededor parecen ser caras conocidas,
lugares gastados, árboles gastados, gente gastada...
Ni siquiera se depiertan para su vida diaria.
Van hacia ningún lugar sin perseguir nada.
Esto es lo que me muestra la condición humana hoy,
un registro de pasmosa sordidez y patetismo.
Que conste en este relato que nada grave sucedió.
Sólo que las risas se tomaron vacaciones en otoño.
Si llevara mis lentes, estarían empañados.
Tanta inexpresión me agobia, me sofoca.
quiero ahogar mi angustia ocultando mi cabeza.
La gente a mi alrededor me lo impide.
Si ese es el mañana, que no venga, que se termine ahora.
La vejez agoniza los sueños antes que el cuerpo lo haga.
Yo siento agonizar en los sueños y son los que
finalmente resultan ser los mejores que he tenido.
Duro de decir, duro de aceptar.
La gente acepta su agonía lentamente.
Maldito mundo desquiciado, maldito mundo resignado.
Y viene gente a casa, con conversaciones nerviosas.
Te programan para sentir en el modo que deberías.
"Sentate Jimmy, escuchá, es gracioso, reíte Totito."
Sólo siento nervios, nadie me conoce aún, pese a los años.
No soy así, y no puedo aparentarlo, pese a mi alter ego.
Cuando ampliás tu mundo, el otro mundo se viene encima.
La impaciencia es un martillo con ganas inquebrantables.
Mi solidez se ha roto y no tengo poxipol.
Anhelaba un alma ciertos días, pero no tan barata.
No había dinero y compré una en oferta.
Eso es lo que pasa por comprar saldos.
Veo correr a mi bebé y alivia mis quemaduras,
pero no puedo cargarla con tanta responsabilidad.
Si me siento felíz, me siento un idiota.
El día se murió, la noche nació hace rato.
Y hoy mi vieja compañera no ofrece pegamento.
Todos saben de todo, todos tienen su pragmatismo a cuestas.
Yo, complicado, ya ni hago aquellos estériles esfuerzos.
Tantos maestros a mi alrededor y nadie me enseña la lección.
Entramos justo dónde sopla el viento frío.
Tres de la mañana, me adormezco incómodamente...
que te empujan hacia abajo,
dificilmente puedas remontarlo.
No hay fotos felices en días tan nublados.
Ramos Mejía no siempre es adorable.
Por Gaona y Madero veo la primer foto.
La viejita y su bastón, de lento caminar,
ayudada por el chino vestido de negro,
pucho en la boca, alto y zapatos en punta.
Doblo por la avenida, entro de Amílcar.
El corte de pelo de los demás me obliga,
miro hacia afuera, asfixiado.
Media tarde, y el cincuentón con pocos pelos y en joggins,
vá con su caniche desperdigando orín.
Todo a mi alrededor parecen ser caras conocidas,
lugares gastados, árboles gastados, gente gastada...
Ni siquiera se depiertan para su vida diaria.
Van hacia ningún lugar sin perseguir nada.
Esto es lo que me muestra la condición humana hoy,
un registro de pasmosa sordidez y patetismo.
Que conste en este relato que nada grave sucedió.
Sólo que las risas se tomaron vacaciones en otoño.
Si llevara mis lentes, estarían empañados.
Tanta inexpresión me agobia, me sofoca.
quiero ahogar mi angustia ocultando mi cabeza.
La gente a mi alrededor me lo impide.
Si ese es el mañana, que no venga, que se termine ahora.
La vejez agoniza los sueños antes que el cuerpo lo haga.
Yo siento agonizar en los sueños y son los que
finalmente resultan ser los mejores que he tenido.
Duro de decir, duro de aceptar.
La gente acepta su agonía lentamente.
Maldito mundo desquiciado, maldito mundo resignado.
Y viene gente a casa, con conversaciones nerviosas.
Te programan para sentir en el modo que deberías.
"Sentate Jimmy, escuchá, es gracioso, reíte Totito."
Sólo siento nervios, nadie me conoce aún, pese a los años.
No soy así, y no puedo aparentarlo, pese a mi alter ego.
Cuando ampliás tu mundo, el otro mundo se viene encima.
La impaciencia es un martillo con ganas inquebrantables.
Mi solidez se ha roto y no tengo poxipol.
Anhelaba un alma ciertos días, pero no tan barata.
No había dinero y compré una en oferta.
Eso es lo que pasa por comprar saldos.
Veo correr a mi bebé y alivia mis quemaduras,
pero no puedo cargarla con tanta responsabilidad.
Si me siento felíz, me siento un idiota.
El día se murió, la noche nació hace rato.
Y hoy mi vieja compañera no ofrece pegamento.
Todos saben de todo, todos tienen su pragmatismo a cuestas.
Yo, complicado, ya ni hago aquellos estériles esfuerzos.
Tantos maestros a mi alrededor y nadie me enseña la lección.
Entramos justo dónde sopla el viento frío.
Tres de la mañana, me adormezco incómodamente...
6 comentarios:
Bueno, otra vez aglo jodido...
Jim, se te quiere pretty baby.
Quema, deprime, llastima, como vos decís.
Sos sensible, honesto y eso te hace vulnerable pequeñín.
Pensalo
Cuidate
Excelente, otro más y van...
Besote
Buen texto Jim, traslado sentimientos feítos, pero es muy bueno.
Ojalá levante tu semana, días difíciles...
Grandísimo, muy bueno Jimmyyyyyyyyyyyyyyyyyy
Nada mejor para un día gris
Publicar un comentario