¿Subís o sigo manejando solo?

No soy un héroe, eso está claro.

Lo único que puedo ofrecer
es un auto algo sucio y la ruta,
esa que siempre nos espera.

Hace rato cambié las alas por ruedas veloces.

Dejaremos que los Doors suenen de fondo.

Hoy cantan para nosotros.

No corramos hacia adentro.

Tengamos fé en la magia de la noche.

Hagamos cruces de nuestros sufrimientos.

Tiremos las rosas que ya se marchitaron.

Entremos en el otoño nena,
pero que el verano no haya sido en vano.

Bajá la ventanilla, pese al frío,

dejá que el viento desordene tu pelo,

y esperemos que la noche y el camino

nos lleven a alguna parte.

Las palabras brotan con fuerza,

sé que anhelás escuchar unas cuantas.
Algunas no las he dicho aún.

Sólo hay que saber esperar.

Es que mucha gente ha convertido su vida
en una guerra de mentiras exageradas,
sin darse cuenta que ellos mismos
asesinaron a la verdad en silencio.
A ellos todavía les debo muchas palabras,
porque serán sordos, pero no ciegos.

Sigo derecho, aumento la velocidad,
con un regocijo interior indescriptible
por el sólo hecho de ver ese infinito camino
que se pierde allá en el horizonte.

No le temas a la velocidad.
El asesino más terrible no es aquel
que quiere estrellarme de frente.
El asesino más terrible es el que mata ilusiones.

La ruta siempre nos espera.
El motor del auto cruje rabioso.
¿Subís o sigo manejando solo?

Pensalo pero apurate.
Es hora de partir.
Ya suenan The Doors de fondo...